Hola a todos, nuevamente heme aquí con un relato nuevo. Primero que nada quiero agradecer el apoyo que recibo de las personas que leen mis relatos y que se sienten identificados con ellos, ya que es gracias a todos ustedes que siento más ánimo de seguir contando mis experiencias masturbatorias.
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En esta ocasión quiero contarles lo que mis ganas incontrolables por masturbarme me hicieron hacer hace dos semanas. Bueno compadres, empecemos...
Me desperté temprano como todas las mañanas porque tenía clases en la universidad. Si bien me levantó la alarma que había puesto al despertador, también lo hizo la tremenda erección que presentaba mi verga y que experimentamos todos los chicos en las mañanas. Si o no muchachos.
Bueno, apenas retiré las sábanas pude darme cuenta de que mi verga estaba súper dura y palpitaba como diciéndome: Agárrame y pégate un pajazo! De hecho, la agarré con mi mano derecha y estuve tocándola por unos minutos hasta que sentí como las primeras gotas de preseminal humedecían la cabeza. Apreté el tronco de mi pene con mi mano y entonces observé como mi verga segregó una gota de preseminal más grande que las que habían salido antes. Aquella gota brillaba como si fuera una esfera de cristal, amenazando con caer desde el agujerillo de mi verga hasta mis vellos dejando tras de sí un largo hilo cristalino. No resistí la tentación y recogiéndola con un dedo me la llevé a la boca.
Mmmm, el sabor ligeramente salado del zumo segregado por mi propia verga, me excito aún más, pero, lastimosamente ya era muy tarde y llegaría tarde a la clase en la universidad, por lo que no me quedó más que dejar a mi verga llena de preseminal en paz y proceder a ducharme y vestirme para salir como alma que lleva el diablo a la universidad.
Bueno, llegué a la facultad y la verdad es que ya dentro de clase, esta fue lo que menos me estaba importando en ese momento, ya que yo solo podía pensar en el pajazo inconcluso de horas antes.
Por fin la clase terminó y luego de conversar con algunos amigos y amigas como de costumbre, me subí a mi auto y decidí retornar a mi casa con la idea de retomar mi paja inconclusa.
El trayecto entre la universidad y mi casa es algo largo, y si sumamos a ello el tráfico citadino pues la verdad es que yo ya estaba desesperado por retomar aquella paja y mi verga me lo hacía notar porque mientras manejaba podía sentir como me palpitaba dentro de los pantalones pugnando por salir.
Era tal el tráfico en la avenida por la que transitaba que decidí acortar camino por una calle secundaria que la verdad fue un alivio pues dicha calle parecía de esas del viejo oeste en donde no hay ni un alma. Yo seguía pensando en mi paja inconclusa y lo bien que lo pasaría llegando a casa, mi pene parecía salírseme de mi pantalón y la verdad es que ya sentía mi boxer algo húmedo.
Fue mientras transitaba por aquella calle de aquel barrio tranquilo que decidí hacer un ligero cambio de planes.
Mis ganas por masturbarme eran tales que la verdad no creía poder llegar a casa por lo que orillé el auto hacia una pequeña herradura. Miré alrededor y me di cuenta de que de un lado había un terreno vacío y del otro lado un pequeño parque que daba hacía un estero. El lugar era perfecto para dar rienda suelta a mi paja sin ser visto.
Sin perder tiempo, me bajé el cierre de mi pantalón y pude ver que mi boxer estaba ya bastante húmedo en la zona donde hacía contacto con mi pene. Procedí a bajarme el boxer y mi verga palpitante por fin fue liberada. No tuve que ni siquiera sacarla porque esta salió sola con un gran salto.
Empecé a frotarme la cabeza de mi verga aprovechando la excesiva lubricación y a ratos también probaba algo de aquel preseminal.
Luego agarré mi pene con mi mano derecha y empecé a bombear arriba abajo produciéndome esto un enorme placer. Con mi otra mano libre me acariciaba mis bolas, estirando mis testículos lo más que podía y también realizaba exploraciones hacia mis tetillas que podía sentir como se ponían duras como rocas debajo de mi camisa.
En ese momento no pensaba en nada, solo el mismo hecho de verme ahí sentado en mi auto, medio desnudo con mi pene erecto, era ya suficiente motivo para pajearme a gusto.
Supongo que las tremendas ganas con las que amanecí, seguidas a que me encontraba en un lugar desolado donde podía dar rienda suelta a la actividad que más me gusta me estaban llevando a la máxima expresión de placer.
Estuve por varios minutos dándome mano en mi verga, subiendo, bajando, y también frotándome directamente el glande hasta que no pude soportar más.
Entonces decidí abrir la puerta del auto y sentarme a la orilla del asiento apuntando con mi verga hacia la calle.
No estuve mucho tiempo así puesto que por la excitación no tardé en eyacular experimentando un orgasmo muy explosivo.
Varios chorros de ardiente leche salieron disparados para caer sobre la calzada de aquella vía solitaria.
Me sacudí la verga para hacer que todo residuo de mi semen cayera y así poder nuevamente poderme guardar la verga dentro de mis calzoncillos.
Luego de eso me quedé dentro del auto reponiéndome de aquel momento de éxtasis total mientras observaba como mi semen se transformaba en una mancha sobre la calzada.
Pienso repetir la experiencia otra vez, pero no quiero hacerlo seguido por temor a que alguien me descubra y ya no pueda contar con dicho lugar. Ahora de vez en cuando paso por el lugar y me excita pensar que sobre esa vía dejé mi simiente y parte de mí.